Una organización budista de Canadá decidió comprar 250 kilos de langostas vivas para salvarlas. El objetivo era crear empatía no solo hacia estos animales, sino hacia cualquier ser vivo.
Así convencieron a pescadores locales de que les prestaran un barco para liberar a las langostas, salvándolas de morir cocinadas en ollas de restaurantes. Un hermoso gesto para con la naturaleza y todos los animales, que merecen vivir libres.