Brinks es un pit bull que fue abandonado por su anterior dueño hace doce años, cuando solo tenía entre 10 y 11 meses de edad. “Al parecer lo dejaron en el patio de una escuela una noche” cuenta Jon Bozak, quien recató a Brinks. “Nunca fue maltratado, simplemete renunciaron a él”.
Justo al día siguiente del abandono, Jon salió de su apartamento en Nueva York, que estaba situado justo frente a la escuela donde dejaron a Brinks. “Nos vio a mí y a mi perro, y se acercó a nosotros“.
Pero Jon sentía que con su perro, Demo, ya no podía encargarse de otro. Además, temía que Demo (un pit bull ya mayor) no se llevara bien con Brinks. Pero ese fue el mejor problema: ambos se saludaron con una sonrisa.
Así que Jon lo puso en el asiento delantero de su auto y se percató de algo. “Brinks estaba mirando por la ventana y empezó a sonreir. Yo pensaba ‘esto es una locura, el perro está sonriendo’. Y pensaba que tener otro pit bull sería realmente un problema“.
Colocó volantes por todo el barrio para asegurarse de que Brinks no estuviese perdido, pero no obtuvo respuesta. Fue así como Brinks pasó a ser parte de la familia. Jon dice que el perro nunca ha dejado de sonreir, y que esa es su forma de comunicarse. “Si le pones un bocadillo, sonríe. Cuando duerme a mi lado, tiene una sonrisa en su cara”.
Ahora Brinks es hijo único. Va a cumplir 13 años y es tan alegre como siempre. Su sonrisa ha sido un regalo para Jon y su gran alegría después del fallecimiento de Demo. “Brinks lleva una gran vida y creo que lo aprecia. Definitivamente es bueno tener un perro que sea tan feliz.”
Fuente: The Dodo