Dos perros de agua portugueses son los embajadores caninos de la Casa Blanca. Bo (con su pecho blanco) y Sunny (con su pelaje completamente negro) son todas unas estrellas de rock en Estados Unidos. Al igual que su dueño, tienen una apretada agenda.
“Todo el mundo quiere verlos y tomarse fotos con ellos”, dijo Michelle Obama. “A principio del mes recibo un memo con la petición de sus horarios, y tengo que aprobar sus apariciones en público”. Son unos chicos importantes: ¡la primera dama de Estados Unidos maneja sus agendas!
Los perros han entretenido a multitudes durante la búsqueda de los huevos de pascua, y Bo ha estado al lado de Michelle Obama cuando se da la bienvenida a los turistas en el aniversario de la toma de posesión del Presidente. Bo y Sunny son tan famosos, que en enero las autoridades detuvieron a un hombre de Dakota del Norte que presuntamente fue hasta Washington para secuestrar a uno de ellos.
Bo tiene ahora 7 años. Se unió a la familia Obama en abril de 2009 y fue un regalo del fallecido senador Edward M. Kennedy (D-Mass). Bo ayudó a Obama a mantener la promesa que hizo a sus hijas Malia y Sasha de que podrían tener un perro después de su elección. Por su parte, Sunny tiene casi 4 años, y llegó a la Casa Blanca en agosto de 2013.
Los perros tienen una vida bastante agradable. “Pueden sentarse en mi regazo, se sientan en mi silla, se abrazan a mi”, cuenta la primera dama. “Me gusta lanzarme con ellos en el suelo y soplar su cara. Me gusta correr con ellos y perseguirlos ¡Son tan lindos! Me encanta simplemente abrazarlos y darles un masaje”.
Y es que los presidenciales siempre son populares y muchos presidentes mantuvieron perros como compañeros. El presidente Harry S. Truman aconsejó una vez: “si quieres un amigo en Washington, conseguir un perro.” Fue así como George H. Washington, Bill Clinton, George W. Bush, y ahora Obama, siguieron la recomendación.
Una vida de perro presidencial no debe ser nada fácil. Hay que comportarse bien, mantener la compostura frente al público y mostrar buenos modales. Pero al final del día siguen siendo unos adorables perros que reciben tanto amor como el tuyo ¡Y allí es que radica la buena vida!
Fuente: New York Post